Paquita la del Barrio

Francisca Viveros Barradas, mejor conocida como Paquita la del Barrio, no solo fue una destacada cantante del regional mexicano, sino una voz inquebrantable contra el machismo y la violencia de género.
Nacida el 2 de abril de 1947 en Alto Lucero, Veracruz, y fallecida el 17 de febrero de 2025 en Xalapa, dejó un legado musical que trascendió los escenarios para convertirse en una plataforma de denuncia y empoderamiento femenino. Sus letras, cargadas de ironía, dolor y valentía, dieron voz a miles de mujeres que, como ella, enfrentaron el abuso y la traición en un mundo profundamente patriarcal.
Desde temprana edad, Paquita mostró su inclinación por la música, aunque su vida estuvo marcada por experiencias adversas. A los 15 años comenzó a trabajar en el Registro Civil de su localidad, donde conoció a Miguel Gerardo Martínez, su primer esposo y padre de sus hijos. Lo que parecía una historia de amor pronto se convirtió en un calvario al descubrir que su esposo tenía otra familia, algo que lamentablemente termina siendo común en México.
Y es que según fuentes oficiales, el 70% de las mujeres ha experimentado algún tipo de agresión, ya sea psicológica, económica, física o sexual. Paquita no fue ajena a esta realidad.
Como muchas mujeres que enfrentan la traición y el engaño, Paquita tuvo que tomar una decisión dolorosa pero necesaria: abandonar lo que conocía y reconstruirse en un entorno desconocido. Así llegó a la Ciudad de México, llevando consigo no solo sus sueños, sino también las cicatrices de la decepción, mismas que convertiría en himnos de resistencia.

A lo largo de su vida, enfrentó no solo el abuso sentimental, sino también el menosprecio de la industria musical, que en múltiples ocasiones desestimó su talento por el simple hecho de ser mujer. Su respuesta fue contundente: transformar su historia en canciones que pusieran sobre la mesa los abusos normalizados en la sociedad.
En la capital, Paquita formó el dúo “Las Golondrinas” junto a su hermana Viola, presentándose en pequeños escenarios hasta que decidió emprender su carrera como solista. El camino no fue fácil.
Tal y como ocurre con muchas mujeres que desafían los moldes establecidos, tuvo que enfrentarse a un medio dominado por hombres que minimizaban su talento y la ridiculizaban por su estilo irreverente. No obstante, su autenticidad y la fuerza de sus letras hicieron que su música trascendiera y encontrara eco en miles de mujeres que, a través de su voz, reconocieron sus propias vivencias.
El año 2000 marcó un punto de inflexión en su carrera con la llegada de “Rata de dos patas”, una canción escrita por Manuel Eduardo Toscano e inicialmente inspirada en el un expresidente. Sin embargo, para Paquita, la letra tenía un significado más íntimo y personal. Con cada interpretación, evocaba las traiciones sufridas y canalizaba el dolor de muchas mujeres que han sido menospreciadas y violentadas.
La canción se convirtió en un himno feminista, una catarsis colectiva que permitió a miles de mujeres alzar la voz. Posteriormente, continuó colaborando con Toscano en temas como “Hombres Malvados” y “No Hay Mujeres Feas”, denunciando la violencia doméstica y cuestionando los estándares de belleza impuestos a las mujeres.
A lo largo de su carrera, Paquita utilizó su música como un arma contra la misoginia, con un estilo que combinaba el humor con la denuncia social. Canciones como “Romeo y Su Nieta” ponen en evidencia la normalización de relaciones desiguales entre hombres mayores y mujeres jóvenes, mientras que “Hombres Malvados” expone los ciclos de violencia intrafamiliar que siguen afectando a generaciones enteras. En “Si Yo Fuera Varón”, reflexiona sobre la necesidad de cambiar la educación moral de los hombres para construir una sociedad basada en el respeto y la equidad.

El impacto de la música de Paquita fue más allá del entretenimiento. En un país donde los feminicidios han pasado a formar parte de nuestra vida cotidiana, sus canciones sirvieron como un altavoz para denunciar la impunidad y exigir justicia. Su legado no se mide solo en discos vendidos o en premios obtenidos, sino en la manera en que logró transformar el dolor y la indignación en una lucha colectiva.
Más allá del desamor y la catarsis, cantar sus letras con el corazón abierto representa un acto de resistencia y una exigencia de justicia. “Paquita la del Barrio” nos enseñó que la música puede ser una poderosa herramienta de cambio, que el arte puede romper el silencio y que la denuncia, por más incómoda que sea, es un paso fundamental hacia la transformación social.
Hoy, su memoria sigue viva en cada una de sus canciones, en cada mujer que se atreve a denunciar la violencia y en cada persona que, al escuchar su inconfundible voz, recuerda que la lucha por la dignidad y la igualdad no puede detenerse. Paquita la del Barrio no solo fue una cantante; fue y seguirá siendo un estandarte de resistencia y justicia para todas las mujeres.
Fuentes:
González, A. (2020). Música y protesta en México. Fondo de Cultura Económica.
ONU Mujeres. Datos sobre la violencia contra las mujeres. Recuperado de www.unwomen.org
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) (2024). Informe sobre violencia de género en México. Recuperado de www.gob.mx/sesnsp
Vargas, M. (2019). Historias detrás de la música: Letras que marcaron una generación. Editorial Planeta.
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