Rebeca Bernal | Stefanía Aradillas | Prisca Guadalupe Awiti | Nuria Diosdado

¿Qué tienen en común estas mujeres? Todas son mexicanas que están cambiando el mundo desde su trinchera: el deporte.
Rebeca Bernal, también conocida como “La Capi”, es una futbolista profesional originaria de Tamaulipas. Fue convocada a la Selección Mexicana de Fútbol Femenil desde los 15 años y desde entonces ha sido parte recurrente de las convocatorias.
En 2017, con el inicio de la Liga MX Femenil, comenzó su carrera profesional con las Rayadas de Monterrey, formando parte de la primera generación de futbolistas que consolidaron la liga profesional en México. El pasado 14 de febrero se anunció su partida a la National Women’s Soccer League en Estados Unidos y, en reconocimiento a sus ocho años de trayectoria excepcional, la directiva de Rayadas retiró el número 4 en su honor.
Stefanía Aradillas es una softbolista olímpica originaria de la Ciudad de México. Integró la selección nacional mexicana de softbol en las Copas Mundiales de 2015 y 2017. Fue una pieza clave en la clasificación histórica del equipo mexicano a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, siendo la única jugadora nacida en México. Además, el 25 de enero de 2024, fue una de las 120 mujeres que hicieron historia con la creación de la Liga Mexicana de Softbol, la primera liga profesional de este deporte en América Latina.
Prisca Awiti es una judoka con triple nacionalidad: mexicana, keniana e inglesa. Durante los Juegos Olímpicos de París 2024, el 30 de julio conquistó la medalla de plata, convirtiéndose en la primera mujer en lograr esta hazaña para México en judo. En junio de este año, representará nuevamente a México en el Campeonato Mundial de Judo en Hungría.
Nuria Diosdado es una nadadora artística tapatía con una destacada trayectoria. Posee nueve medallas de oro en campeonatos internacionales, 18 preseas doradas en Juegos Centroamericanos, dos campeonatos panamericanos y tres medallas de oro en Copas del Mundo de Egipto y Francia. Representa a México en Juegos Olímpicos desde 2012 y es capitana del equipo de natación artística, liderando un grupo de atletas que ha superado numerosos obstáculos para competir en París 2024.

La presencia de mujeres en el deporte es un acto político: reclamar el derecho al movimiento y ocupar el espacio público es una declaración poderosa. El impacto del deporte femenino trasciende los límites del propio campo de juego. Los logros de estas mujeres y muchas otras deportistas mexicanas están transformando la historia con la misma relevancia que la paridad de género en las Cámaras legislativas y la posibilidad de tener, por primera vez, una mujer Presidenta en México. Si ellas pueden abrirse camino en un entorno históricamente dominado por hombres, ¿qué no podrían lograr?
Las atletas desafían normas de género y generan un efecto dominó en la vida privada y en la sociedad. Como las corredoras que vencen la resistencia del viento o las gimnastas que desafían la gravedad con cada salto, su éxito ha modificado la percepción de cualidades como la fuerza, el poder y la determinación, desafiando nociones que tradicionalmente se asociaban exclusivamente con lo masculino.
La redefinición de la fuerza como un atributo femenino
La representación de mujeres con cuerpos diversos y fuertes en el deporte es crucial para cuestionar los estereotipos de cómo debe lucir el cuerpo femenino. Estas atletas demuestran que la salud y la fortaleza no dependen de un ideal estético restrictivo, sino que pueden manifestarse en diversas formas corporales. Al hacerlo, fomentan la inclusión y la aceptación de una imagen más realista del cuerpo femenino, alejándolo de la obsesión por la delgadez y acercándolo a una valorización integral de la salud y la funcionalidad.
La transformación de la percepción del poder
El deporte ha demostrado que el poder no solo radica en la fuerza física, sino en el liderazgo y la capacidad de inspirar. La presencia de mujeres en el deporte ha desafiado estereotipos, abriendo camino para que más mujeres asuman roles de autoridad en diversos ámbitos. Según la Women’s Sports Foundation, las mujeres que practicaron deporte en su juventud desarrollaron habilidades de liderazgo que facilitaron su desempeño en cargos directivos y empresariales. Además, las atletas tienen mayores probabilidades de cursar estudios universitarios y culminarlos, lo que les permite acceder a mejores oportunidades laborales y ampliar su influencia en distintos espacios de toma de decisión. Así, el poder que ejercen en la cancha o la pista trasciende al ámbito académico, profesional y social, consolidando su rol como agentes de cambio.
El deporte femenino como espacio de poder y de equidad
Las atletas han utilizado su plataforma para abogar por la igualdad de género, tanto dentro como fuera del deporte. En el fútbol mexicano, jugadoras han portado brazaletes arcoíris como símbolo de inclusión, y la liga ha promovido mensajes contra la homofobia y la violencia de género. Además, su lucha ha impulsado cambios estructurales, como la reforma aprobada en marzo de 2024 en la Ley Federal del Trabajo, que garantiza derechos laborales y seguridad social a las deportistas profesionales. Esta iniciativa fue liderada por Ana Paola López Yrigoyen, exfutbolista que decidió dejar las canchas para abogar por condiciones justas para todas las deportistas.
La presencia de las mujeres en el deporte no es solo una cuestión de competencia y logros individuales; es un acto de resistencia ante estructuras históricas que han limitado su acceso a estos espacios. Cada gol, cada medalla y cada récord roto no solo representa una victoria personal, sino un desafío a las normas que tradicionalmente han asociado la fuerza, el poder y el liderazgo con lo masculino. El deporte femenil es una declaración política: una reafirmación del derecho de las mujeres a ocupar cualquier ámbito de la sociedad con la misma legitimidad que los hombres.
Más aún. Las nuevas referentes femeninas en el deporte fomentan modelos familiares más equitativos, donde la toma de decisiones y la responsabilidad se distribuyen de manera justa. Las niñas, al ver a estas atletas, pueden visualizarse como fuertes y capaces, lo que fortalece su autoestima y ambiciones.

¿Qué nos toca hacer a quienes estamos fuera de las canchas? Consumir deporte femenil: ver los partidos, asistir a los juegos, compartir contenido, alzar la voz ante discursos discriminatorios y promover la equidad en el deporte. Acompañarlas, darles rating, hablar de ellas, festejarlas. La visibilización y el apoyo al deporte femenino no solo benefician a las atletas, sino que también construyen una sociedad más justa e inclusiva.
Sin comentarios on Las mujeres en el deporte como acto político