Radicalmente Humanistas. Derechos Humanos y Animales.

Las Razones de lo Anti-taurino:
Cerrándole la Puerta a la Tauromaquia*

La tauromaquia, esa tradición cultural profundamente enraizada en diversas partes del mundo, especialmente en España y Latinoamérica, ha estado a lo largo de las últimas décadas en el centro de un creciente debate sobre su legitimidad y su futuro. Para muchos, la corrida de toros es un arte ancestral, una celebración de la historia, la lucha y la conexión entre el hombre y la naturaleza. Para otros, sin embargo, la tauromaquia representa una forma de violencia innecesaria e inhumana, un espectáculo macabro donde el sufrimiento de un animal se convierte en entretenimiento.

El Argumento Ético: El Sufrimiento Animal como Injustificable

El principal eje de la crítica anti-taurina es la consideración del sufrimiento del toro. A lo largo de la corrida, el animal es sometido a una serie de torturas físicas y psicológicas que incluyen el estrés extremo, la desorientación, las heridas causadas por las banderillas y, finalmente, la muerte. Para muchos activistas de los derechos de los animales y defensores de la ética animalista, esta violencia no tiene justificación alguna, incluso si se aducen motivos culturales, artísticos o tradicionales.

El filósofo británico Peter Singer, uno de los principales exponentes del movimiento por los derechos de los animales, argumentó que el sufrimiento de los animales debe ser considerado de manera igualitaria al sufrimiento humano. En su libro Liberación Animal (1975), Singer defiende que, debido a la capacidad de los animales para sentir dolor y sufrimiento, las prácticas que involucran maltrato animal deben ser erradicadas. En este sentido, la tauromaquia no es más que una manifestación cruel de una jerarquía que coloca la diversión humana por encima del bienestar de los seres sintientes.

El Argumento Ecológico: La Naturaleza No Es un Espectáculo

Otro de los frentes en el que se argumenta en contra de la tauromaquia es el ecológico. Aunque las corridas de toros se desarrollan en un contexto de «cultura» y «tradición», el trato que se les da a los animales implicados en las corridas genera tensiones con principios ecológicos y de respeto por el medio ambiente.

El toro de lidia, criado específicamente para este propósito, es sometido a un proceso de manipulación genética para ser más agresivo y resistente, lo que plantea interrogantes sobre el papel de la tauromaquia en el manejo ético de las especies. Además, la cría de toros de lidia, especialmente en grandes fincas de ganadería intensiva, está lejos de representar una práctica sostenible ni ética con el medio ambiente. El ecosistema natural es alterado por la intervención humana para moldear a estos animales para el espectáculo, lo que también plantea dudas sobre el respeto a la biodiversidad.

En términos ecológicos, la crianza de toros en condiciones específicas y el sacrificio de animales para eventos masivos representa un uso irresponsable de los recursos naturales. La lógica de consumo y explotación de estos animales es cada vez más difícil de justificar cuando la humanidad enfrenta desafíos globales como la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la escasez de recursos.

El Argumento Cultural: El Futuro de las Tradiciones

Uno de los puntos más delicados de la crítica anti-taurina es el choque entre el respeto por las tradiciones y el rechazo a las formas de violencia. La tauromaquia, para muchos, es vista como un patrimonio cultural que forma parte de la identidad de ciertos países y regiones. La fiesta de los toros se asocia con la historia, la poesía y la música, además de con la religión y el folklore local. Sin embargo, este respeto por las tradiciones no puede ser eterno si las prácticas implican sufrimiento innecesario.

La escritora y activista española María Sánchez, conocida por su lucha contra la tauromaquia, subraya que las tradiciones deben evolucionar y adaptarse a los valores contemporáneos de empatía y respeto por los animales. En su libro El fin de la Fiesta (2018), Sánchez reflexiona sobre cómo las «fiestas populares» no deberían ser sinónimo de maltrato, y aboga por un cambio cultural en el que los espectáculos violentos sean reemplazados por manifestaciones que celebren la cultura sin recurrir al sufrimiento animal.

El concepto de cultura, hoy más que nunca, está siendo revisado a la luz de los derechos humanos y los derechos de los animales. Tradiciones como la tauromaquia son puestas en cuestión, no solo por su crueldad inherente, sino porque, en un mundo globalizado, las culturas son cada vez más interdependientes y las nociones de ética se han extendido a nivel planetario.

La globalización también ha jugado un papel importante en la difusión de ideas anti-taurinas, y el rechazo de la tauromaquia se ve cada vez más como una cuestión de derechos humanos universales.

La Resistencia Social y el Cambio en la Percepción Pública

En los últimos años, ha habido un cambio significativo en la percepción pública de la tauromaquia, particularmente en los países donde tradicionalmente había sido más popular. En España, por ejemplo, el apoyo a las corridas de toros ha disminuido considerablemente, especialmente entre los jóvenes. Según diversas encuestas, más del 60% de los españoles se muestra en contra de las corridas de toros, y el número de festejos taurinos ha disminuido en las últimas décadas.

Además, organizaciones como Animal Liberation Front (ALF) y AnimaNaturalis han jugado un papel crucial en la sensibilización de la opinión pública respecto al sufrimiento de los animales, a través de protestas, campañas de concientización y otras acciones. Las plataformas digitales han amplificado las voces anti-taurinas, llevando el mensaje de rechazo a los rincones más apartados del mundo, y movilizando a miles de personas en diferentes continentes para exigir el fin de esta práctica.

El Reto Político: Legislar contra la Tauromaquia

Aunque algunos países ya han tomado medidas para prohibir las corridas de toros, como es el caso de varios estados de México y regiones como Cataluña en España, el desafío sigue siendo legislativo. Los gobiernos deben enfrentar el dilema de equilibrar la defensa de los derechos animales con la presión social que aún sostiene a la tauromaquia como parte de su identidad cultural. Tampoco es posible soslayar la gran influencia económica que todavía ejercen los ganaderos, empresarios y show business de la tauromaquia, que han impedido su total prohibición.

No obstante, el reciente auge de legislaciones a favor de los derechos de los animales y el creciente apoyo popular para prohibir las corridas de toros indican que una tendencia hacia la abolición es inevitable. En países como Colombia y Perú, donde la tauromaquia sigue siendo una tradición central, los movimientos anti-taurinos luchan por el reconocimiento de los derechos de los animales a través de la vía legal.

El movimiento anti-taurino es, en su núcleo, una llamada a la reflexión sobre cómo concebimos nuestra relación con los animales y cómo las prácticas culturales deben evolucionar a la luz de un mundo más consciente y ético. Aunque no todos comparten la misma visión sobre el futuro de la tauromaquia, la tendencia hacia su abolición parece cada vez más inevitable, a medida que se revalorizan los principios de empatía, justicia y respeto por la vida.

Fuente
Singer, P. (1975). Liberation Animal. New York: Random House.
Sánchez, M. (2018). El fin de la Fiesta. Barcelona: Editorial Anagrama.
Alvarado, C. (2016). La Tauromaquia en Debate. Madrid: Editorial Aval.
AnimaNaturalis (2021). Informe sobre la Tauromaquia en España. Barcelona: AnimaNaturalis.
 

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