Una madre en reclusión y el futuro de sus hijos – Entrevista
En una pequeña oficina dentro del Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, una mujer, madre de dos niños, nos recibe con una mirada cansada pero decidida. Ella quiere contar su historia, una historia que, aunque común en el sistema penitenciario mexicano, sigue siendo ignorada por la sociedad. Nos habla sobre el dolor de ser madre y reclusa, y el terrible momento en que, a los seis años, sus hijos fueron arrebatados de sus brazos.
Entrevistadora: Gracias por permitirnos hablar contigo. Sabemos que compartir tu historia no es fácil. Quisiera empezar por preguntarte: ¿cómo fue tu experiencia al enterarte de que, al cumplir tus hijos seis años, debías separarte de ellos?
María de la Luz: Fue devastador. Nadie te avisa que eso va a pasar. En el momento en que llegas aquí, te dicen que puedes tener a tus hijos contigo hasta que tengan seis años, pero nunca te explican cómo te vas a sentir cuando llegue ese día. Cuando vi que mis niños cumplían esa edad, no pude creerlo. Fue como si me estuvieran arrancando el alma. Uno se acostumbra a tenerlos cerca, a escuchar sus risas, a cuidarlos. Y de repente‚Ķ ya no están.
Entrevistadora: ¿Cómo viviste esos últimos días con ellos? ¿Recibiste algún tipo de apoyo emocional de las autoridades o de otros profesionales?
María de la Luz: No. Nadie te prepara para eso. Te dicen que es por su bien, pero nadie te da el tiempo para procesarlo. Te dicen que hay una “regulación” y que es la ley, pero ¿quién pensó en el daño que eso nos causa como madres? Yo sentía que estaba perdiendo todo. Ni siquiera me dieron la oportunidad de decirles adiós como quisiera. Fue un proceso frío, legal, pero no humano.

Mis hijos, al principio, no entendían por qué los estaban separando de mí. Recuerdo que mi hija me preguntaba: “¿Por qué no me quedo contigo, mamá?” Y no supe qué responderle. ¿Cómo le explicas a un niño de seis años que no puede estar contigo porque las reglas dicen que ya no puedes tenerlo aquí?
Entrevistadora: ¿Cómo afectó esta separación tu vida dentro de la prisión? ¿Hubo algún cambio en tu comportamiento o en tu salud emocional?
María de Luz: Es como si me hubieran dejado vacía. Todos los días me despierto pensando en ellos, pero sé que no los puedo ver, ni abrazar, ni cuidar como antes. A veces, hasta me siento culpable, como si fuera yo la que los abandonó. Pero no es así. Yo no quería separarme de ellos. Yo no elegí estar aquí. El sistema no te ayuda. Solo te dice que cumplas con tus condenas, pero ¿y nuestras condenas como madres? Nadie se pregunta qué pasa con los hijos de las reclusas, ni cómo afecta esto a los niños.
Mi salud emocional se deterioró mucho después de que se fueron. Lloraba a solas, pero no podía mostrarlo porque en este lugar nadie tiene tiempo para los sentimientos de las demás. Aquí todo es sobre sobrevivir.
Entrevistadora: En tu experiencia, ¿sientes que las mujeres en Santa Martha tienen alguna oportunidad de mantener su rol como madres, a pesar de estar privadas de libertad?
María de la Luz: No. No nos dan la oportunidad de ser madres. Te dicen que puedes estar con tus hijos hasta que cumplan seis años, pero eso no es suficiente. Necesitamos más apoyo. Necesitamos programas que nos permitan ser madres y, al mismo tiempo, pagar nuestras condenas. ¿Por qué no hay un lugar en el que podamos seguir con nuestros hijos hasta que estén más grandes? ¿Por qué no nos permiten continuar criando a nuestros hijos aquí, bajo condiciones adecuadas? No se trata solo de estar con ellos, sino de estar presentes, de educarlos, de guiarlos.
Las madres que están aquí, la mayoría, cometieron errores, sí. Pero lo que estamos viviendo es una doble condena: estamos pagando por lo que hicimos, pero también estamos pagando el precio de no poder ser las madres que queremos ser. Nos separan de nuestros hijos y nos dejan con el dolor de no saber qué les pasa después.
Entrevistadora: ¿Qué les dirías a las autoridades sobre este tema? ¿Qué te gustaría que cambiara en el sistema penitenciario para las madres como tú?
María de la Luz: Lo que quiero es que entiendan que somos madres antes que reclusas. Que nuestras necesidades emocionales y las de nuestros hijos son igual de importantes que cualquier otro aspecto del sistema penitenciario. Necesitamos programas que nos ayuden a mantenernos en contacto con nuestros hijos de manera regular, no solo a través de visitas. Necesitamos apoyo psicológico para superar la separación, y que nuestros hijos no tengan que sufrir las consecuencias de este sistema que no los cuida ni los respeta.
Mi dolor es el de muchas mujeres aquí. No pedimos que nos suelten, solo pedimos que se nos permita ser madres, aunque estemos pagando una condena. Si los niños son el futuro, ¿por qué les estamos robando ese futuro al separarlos de nosotros? No es justo. No es humano.
Entrevistadora: Gracias por compartir tu historia. Tu testimonio es valioso y necesario para que el mundo entienda lo que sucede dentro de las prisiones mexicanas.
María de la Luz: Gracias a ustedes por darnos voz. A veces siento que nadie nos escucha, pero sé que si mi historia llega a alguien, tal vez algo pueda cambiar. Ojalá más personas se den cuenta de lo que realmente está pasando con nosotras, las madres en prisión. No somos delincuentes, somos mujeres que cometieron errores, pero seguimos siendo madres.
Esta entrevista es un testimonio real de una madre reclusa en Santa Martha Acatitla, quien ha compartido su experiencia con la esperanza de que su voz pueda ayudar a visibilizar el dolor y la injusticia que enfrentan las mujeres privadas de libertad y sus hijos en el sistema penitenciario mexicano.
Las madres reclusas en el penal de Santa Martha Acatitla enfrentan una situación particularmente difícil cuando sus hijos son retirados de su custodia a los seis años, lo que afecta tanto a las madres como a los menores. Esta situación vulnera derechos fundamentales de los niños, como su derecho a vivir con su madre y a mantener una relación afectiva significativa con ella, lo que puede generar efectos negativos en su desarrollo emocional y psicológico.
A pesar de que la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes establece que los niños tienen derecho a vivir con su madre mientras esta esté presa, la normativa también estipula que, una vez cumplidos los seis años en la generalidad, el Estado debe considerar el bienestar del menor y decidir sobre su futuro.
Sin embargo, no siempre se toman en cuenta los derechos de las madres ni los de los niños de manera adecuada. La separación de los niños de sus madres puede generarles un impacto negativo, tanto a nivel afectivo como en su desarrollo, como lo han señalado diversas organizaciones de derechos humanos.
Fuente:
Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes
Artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
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