Gaby Brimmer
En la década de 1970, Gaby Brimmer se destacó como una figura extraordinaria que inició un movimiento de activismo social en apoyo a las personas con discapacidad, convirtiéndose en un símbolo de lucha, resiliencia y empoderamiento, especialmente para las mujeres en México. Su vida es un testimonio de cómo la discapacidad no define el potencial humano.
Actualmente, las mujeres con discapacidad aún experimentan discriminación en múltiples niveles. No solo se enfrentan a las barreras asociadas a la discapacidad, sino también a las derivadas de su género, es decir, son discriminadas tanto por tener una discapacidad como por ser mujeres.
Gabriela Raquel Brimmer Dlugacz, conocida como Gaby Brimmer, nació el 12 de septiembre de 1947 en la Ciudad de México, con parálisis cerebral tetrapléjica, enfrentando limitaciones significativas como el no poder hablar y mover su cuerpo, excepto su pie izquierdo, que se convirtió en su principal herramienta para comunicarse y expresarse.
Cuando tenía cinco años, sus padres contrataron a Florencia Sánchez Morales, una mujer indígena, para que la cuidara y apoyara, convirtiéndose en su compañera de toda la vida. Las dos aprendieron juntas a leer y a escribir lo que fue clave para encontrar la manera de comunicarse a través de su pie con el que señalaba las letras en un tablero. De esta forma rompieron las barreras de la comunicación y educación, permitiéndole expresarse y desarrollar su talento literario.
En 1955 Gaby con el apoyo de Florencia, empieza a estudiar la primaria en el Centro de Rehabilitación Músculo Esquelético de la Ciudad de México; posteriormente la secundaria en una escuela regular. A pesar de las dificultades para acceder a una educación inclusiva, en 1971 se inscribió en la carrera de Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en 1974 inició la carrera de Periodismo. Por desgracia no pudo concluirlas, tanto por una decisión familiar, como por la escasa accesibilidad y la falta de empatía de la comunidad universitaria.
Gaby encontró en la escritura una forma de canalizar sus emociones y pensamientos, sus obras como “Gaby Brimmer” escrito por ella y Elena Poniatowska, narra su vida. Escribió posteriormente “Gaby” y “Cartas de Gaby” como testimonios profundos de su vida, sobre sus luchas, su espíritu rebelde y un profundo análisis de la condición humana.
u historia inspiró al cineasta Luis Mandoki, quien en 1987 estrenó “Gaby: A True Story”, una película que llevó su vida a la pantalla grande. La cinta, con un guión en el que colaboró Poniatowska, destacó el papel de Florencia y recibió nominaciones a premios internacionales.
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A los 30 años, Gaby adoptó a una niña a quien puso el nombre de Alma Florencia, demostrando que su condición no le impedía ser madre, gracias al apoyo constante de Florencia, aunque lamentablemente perdió a su marido a temprana edad.
Como activista, fue pionera en la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas con discapacidad, visibilizando a través de su persona, que la discapacidad no es una limitante para que una persona tenga una vida plena, productiva y feliz como cualquier persona sin discapacidad.
Fue también una de las primeras en señalar que lo que realmente limita la inclusión, son las barreras de actitud y el entorno que la sociedad impone.
Em 1989 fundó la Asociación para los Derechos de Personas con Alteraciones Motoras (ADEPAM), una organización dedicada a ofrecer apoyo médico, psicológico y educativo a personas con discapacidad, misma que sigue en funciones en la actualidad.
Falleció el 3 de enero del año 2000 a los 52 años, víctima de un paro cardíaco.
Gaby Brimmer no solo desafió las expectativas sociales sobre las personas con discapacidad, sino que también abrió caminos para que otras mujeres en situaciones similares pudieran aspirar a una vida plena y digna. En reconocimiento a su labor, se instituyó el Premio Nacional de Rehabilitación que lleva su nombre.
Su lucha por la inclusión y la igualdad de oportunidades sigue siendo relevante en la actualidad, especialmente en un contexto donde las mujeres con discapacidad continúan enfrentando discriminación y exclusión.
“Algo que me ha servido mucho a lo largo de mi existencia, es el estar bien consciente de las cosas que puedo hacer y de las que no, por ejemplo: sé que no puedo correr, pero con mi pensamiento puedo volar en fracción de segundos al más distante de los lugares; se me dificulta hablar, pero mis libros, mis cartas y mis poesías hablan mucho por mí; mis manos tal vez no puedan hacer una caricia y sin embargo he sabido amar como mujer, como madre y como amiga”.
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