El costo de la perfección:
La relación entre redes sociales, autoestima y salud mental en jóvenes.
«Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras.
Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus acciones.» – Lao Tse

La búsqueda de la perfección ha sido un anhelo constante de la humanidad, pero nunca antes había estado tan accesible y a la vez tan inalcanzable como en la era de las redes sociales. Las pantallas iluminan rostros impecables, cuerpos esculpidos y vidas aparentemente idílicas, configurando un estándar de belleza y éxito que, en muchos casos, no es más que una ilusión bien curada. Para los jóvenes, este bombardeo constante de imágenes y expectativas tiene un costo elevado: la salud mental.
Este fenómeno ha transformado la forma en que los jóvenes se perciben a sí mismos y a los demás. Mientras que en el pasado la comparación social se limitaba al entorno inmediato, hoy en día los adolescentes y jóvenes adultos se ven inmersos en un océano de referencias inalcanzables. Un estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics encontró una correlación entre el uso prolongado de redes sociales y el aumento de síntomas depresivos en adolescentes, particularmente en mujeres jóvenes (Boers et al., 2019). La constante exposición a imágenes editadas y realidades filtradas genera una sensación de
insuficiencia que erosiona la autoestima.
Uno de los impactos más evidentes de este fenómeno es la ansiedad por la imagen corporal. Instagram, TikTok y otras plataformas premian la estética y la popularidad, incentivando a los usuarios a mostrar sólo sus mejores ángulos y momentos. Esto genera una presión implícita para ajustarse a estándares que, en la mayoría de los casos, no reflejan la realidad. Según un informe de la Royal Society for Public Health del Reino Unido, Instagram es la red social con mayor impacto negativo en la salud mental de los jóvenes, asociándose con niveles elevados de ansiedad y depresión (Royal Society for Public Health, 2017).
Sin embargo, la influencia de las redes sociales va más allá de la imagen. También afectan la autoeficacia y la percepción de éxito. Jóvenes emprendedores, artistas y profesionales en formación sienten que deben alcanzar hitos de éxito en tiempos récord, comparándose con influencers o figuras públicas que, a menudo, ocultan los sacrificios y fracasos detrás de sus logros.
Esta presión constante por la excelencia puede desencadenar agotamiento emocional, estrés y, en algunos casos, trastornos de ansiedad. Además, se estima que una persona puede llegar a ver entre 4,000 y 10,000 marcas en un solo día, lo que refuerza la sensación de estar inmerso en una competencia incesante por la validación y el reconocimiento.
Ante este panorama, es fundamental generar una conversación sobre el impacto de estas plataformas en la salud mental y fomentar una relación más saludable con la tecnología. Iniciativas como el uso consciente de redes sociales, la promoción de contenido realista y la educación sobre el impacto del consumo digital pueden marcar la diferencia.
Como señala la psicóloga Jean Twenge en su libro iGen, el aumento de los problemas de salud mental en adolescentes coincide con la proliferación de los teléfonos inteligentes y el uso extendido de redes sociales, lo que subraya la necesidad de un enfoque equilibrado en su uso (Twenge, 2017).
La perfección que venden las redes sociales es, en muchos casos, una ilusión que se paga con ansiedad, depresión y una autoestima frágil. La verdadera perfección no está en una imagen editada, sino en la capacidad de aceptar nuestra humanidad con todas sus imperfecciones.
Es importante reflexionar sobre el contenido que consumimos y compartimos en nuestras redes sociales. Cada imagen, mensaje o video que vemos o publicamos influye en nuestra percepción del mundo y en la de quienes nos rodean.
Elegir seguir cuentas que promuevan el bienestar, la autenticidad y el crecimiento personal puede marcar una gran diferencia en nuestra salud mental. Al final del día, lo que compartimos y consumimos tiene un impacto directo en nuestra red de amigos y seguidores, por lo que tomar decisiones conscientes en el mundo digital es una forma de cuidar nuestra salud emocional y la de los demás.
Fuente
Boers, E., Afzali, M. H., Newton, N. C., & Conrod, P. (2019). Association of Screen Time and Depression in Adolescence. JAMA Pediatrics, 173(9), 853-859.
Royal Society for Public Health. (2017). #StatusOfMind: Social media and young people’s mental health and wellbeing. London: RSPH.
Twenge, J. (2017). iGen: Why Today’s Super-Connected Kids Are Growing Up Less Rebellious, More Tolerant, Less Happy—and Completely Unprepared for Adulthood. Atria Books.
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